Pensando con claridad o al menos eso intento [libre •]

Jessica siempre había sido una joven que nunca había hecho caso a los comentarios dañinos hacia ella. Pero su ego no fue suficientemente fuerte como para soportar que su mejor amiga, a la que conocía desde hace años la despreciara. Con el orgullo herido huyó del paseo comercial de la capital egipciana. Regresó a su casa y en un bolso metió algunas de sus pertenencias más preciadas. Sin dar una explicación, le pidió al piloto privado de su padre que cogiera la avioneta y la llevara a Londres. Lo convenció con la excusa de que quería visitar a su antigua nana y a algunos amigos que hace tiempo no veía. Una mentira atroz, su nana había muerto luego de un bombardeo y a sus amigos les había perdido el rastro cuando se fue a vivir con su tía abuela a la campiña. Pero de eso el bien dispuesto piloto no estaba al tanto y sus padres estaban en el medio del sudeste asiático y comunicarse con ellos para confirmar su historia no era posible.

Durante el viaje, ya con la mente en frío se dio cuenta que había obrado mal. Que debía haber comprendido que su amiga se encontraba bajo mucha presión y que por eso la había tratado mal. Pero Jessica si de algo se caracterizaba, es de ser orgullosa. Y su orgullo estaba bastante maltrecho. Regresaría y le pediría perdón por su horrenda actitud, pero primero descansaría unos días en su amada Londres.

Tocaron tierra inglesa a eso de las tres de la tarde y ella fue directo a su casa en el centro londinense. Una lluvia torrencial azotaba la ciudad y como no traía consigo un paraguas, sus ropas se empaparon por completo. Todo estaba tal cual lo recordaba salvo por el hecho de que todo estaba cubierto por una capa de fino polvo. Fue a su antigua habitación y luego de rebuscar en su armario, encontró ropas que todavía le entraran. Había crecido unos cuantos centímetros desde la última vez que había estado allí. Cuando el cielo se despejó y la lluvia cesó, decidió dar un paseo.

Pasó por el palacio de Buckingham y luego cruzó el puente en dirección al puerto. Debido a la lluvia, éste estaba vacío y no tuve inconvenientes en atravesarlo y sentarse en uno de los muelles. La madera estaba todavía húmeda pero no le importó. Desistió de sumergir sus pies en el agua ya que según tenía entendido estaban contaminadas. Colocó su cabeza sobre su mano y se dedicó a mirar el horizonte, como las aguas del río se agitaban. Estando allí parecía sumamente irreal considerar siquiera que a unos cuantos kilómetros un grupo de adolescentes hayan despertando a una temible momia y que su mejor amiga haya sido la princesa Isis en su vida pasada. Una completa ridiculez pero aún así totalmente cierto.

Estaba en Londres,no por mi propia voluntad sino por que mi hermano parecia que no pensaba con claridad.
Primero me decia que vigilase a los que habian despertado a Imhotep,despues que buscase la forma de matarlo y ahora que debia buscar a los O'Connell para llevarlos a Egipto de inmediato.
-Tonto,deberia pensar antes de actuar-murmure.
Estaba bastante arta de empezar una mision y que despues me dijese que la dejase y me centrara en otra.
Pero no entendia el porque debia venir yo a Londres.
¿No se suponia que Becca estaba aqui?
Podria haberle encargado esta mision a ella y yo podria estar haciendo algo de mayor impotancia pero tal parecia que yo no era la duficientemente buena para hacer otra cosa mas que de niñera.
Llegue al rio Tamesis,que segun la que me dio la guia turistica,estaba contaminado.
-Tonto,Ardeth,tonto-repeti.
Pero ya no podia hacer nada,solo encotrar cuanto antes a los O'Connell y llevarmelos a Egipto.

Escuchó una melodiosa voz irritada que la sacó de su ensimismamiento. Levantó la cabeza desganada y miró a la joven que se encontraba allí. Era de estatura media con cabellos castaños ondulando al compás del viento y parecía molesta. O eso al menos era lo que Jessica descifraba de su expresión consternada. No estaba de ánimos para entablar una conversación pero la curiosidad era mucha y no pudo evitar ponerse de pie y encaminarse hasta donde ella se encontraba.

-¿Hola?-preguntó la joven algo dubitativa. No sabía como aquella jovencita tomaría su presencia y sus ánimos de hablarle.- ¿Te puedo ayudar en algo?-. Una ráfaga fría despeinó los cabellos de Jessica y esta se los acomodó detrás de sus orejas una vez que terminó de formular la última frase. Se cruzó de brazos y suspiró. Todavía preservaban en su interior los vestigios del enojo que la habían llevado a tomar la irracional decisión de abandonar Egipto precipitadamente. Luego debería disculparse con Nai por su actitud.

MIre a la persona que me hablaba.
Una joven mujer muy hermosa,estaba justo delante de mi y parecia dubitativa aunque tambien extrañada y...enn menor frecuencia,triste.
-Buenas-salude-Si estoy bien,gacias.