Hace mas de 3mil años[Jazmin]

La joven Naya paseaba por el palacio del Faraon Seti I en las vestimentas comunes de las Concubinas, ya hacia un tiempo que hacia esto que se le olvidaban pero igual al darse cuenta, pidio permiso al gran sacerdote Imothep si podia cambiarse de ropas y ponerse unas menos reveladoras, el sacerdote la miro fijamente y por un momento Naya decidio retirar lam irada para nuevamente devolversela sabia que a Imothep no le gustaba que no le mantubieran la mirada, decia que los que no lo hacian eran debiles y ella definitivamente no queria ser debil pero no lo podia evitar, asi la habian criado toda su infancia y no podia cambiarlo, luego este accedio y ella procedio a cambiarse de ropas, ahora estaba mejor cubierta asi que hizo una reverencia y se retiro del recindo del Sacerdote. Ahora paseaba por el enomre palacio de Tebas, que siempre la maravillaba mas y mas todos los dias, habia soñado con el siendo una joven niña cuando vivia con sus padres, la nostalgia la inundo, pero decidio olvidarse de eso y poner una cara propia de una concubina, ir con la cara larga daria la impresion que el joven Imothep le habia echo algo malo y nunca podria pasar eso, jamas traicionaria al sacerdote por eso estaba segura que el nole haria nada, proque ella lo amaba, sabiendo que habia demasiados obstaculos entre ellos. Por eso siempre itnentaba hacer recapacitar a su hermana Nadiri de lo que hacia con el joven MedJi estaba mal, ella tenia que serle solamente fiel a Imothep pero profundamente la entendia, ella amaba a esE Medji pero eso no quitaba el hecho de que fuera demasiado inapropiado.
Seguia camiando cuando llego a una gran recamara, donde estaba el faraon con sus dos hijas las dos jovenes y hermosas por igual, Nefertiti se habia ido y el faraon tambien quedando en la sala la joven Kahira, quien luego se dirijio a la puerta de salida en donde Naya estaba parada, como era de la realeza, Naya se agacho haciendo una reverencia.

-Mi joven Princesa, ¿como ha estado su dia?- le pregunto todabia en el suelo, era mala educacion pararse mientras la realeza a hablaba, solamente se habalba cuando te lo pedian

La joven Kahina habia entrado a la gran recamara, donde se hallaba su padre y su hermana, la Princesa Nefertiti. Kahina beso la mano de su padre y se arrodillo frente a el, el Faraón poso su mano por su rostro delicadamente, haciendo que varias lagrimas resbalaran por el rostro de la chica, que amaba a su padre. -Padre, he soñado nuevamente con esa pesadilla que me atormenta, veo tu muerte, y tengo miedo.- El faraón le sonrio a su hija, una de sus predilectas, y le beso la cabeza, en señal de que no debia preocuparse. El faraón se puso de pie y salio de la habitación, seguido por la princesa, quien antes abrazo a su pequeña hermana. Kahina secó sus ojos y se puso de pie, cuando escucho una voz que la sorprendio a las espaldas, era Naya, una joven que conocia desde siempre. La joven princesa sonrio ante su visita. Naya pregunto como estaba la princesa y se puso de rodillas. Kahina levanto su mano, en señal de que se levantara.
-La tristeza que invade mi alma es mucha, mi padre aun no me cree, lo he visto morir en mis sueños, pero desconosco quien es el autor de tan macabra situación. El no cree en los sueños que me han mandado los Dioses, son revelaciones de tragedia y sufrimiento... La joven interumpio sus palabras, sentia que su pecho era desgarrado en cada palabra que decia, sentia como las lagrimas empañaban su mirada, llebo su mano a su cara y seco sus ojos. ¿Que puedo hacer, querida Naya?¿Que puedo hacer?-

Los Medji, ese nombre resono en la cabeza de la joven princesa, quien dio le espalda y se acercó a una enorme balcón. Miró con tristeza el pueblo que parecia estar en paz, una paz falsa, por que no era una realidad. Egipto era un pueblo de guerra no un pueblo de paz, quizas Anubis los estaba probando, y quizas en cualquier momento la sangre correria de nuevo, como lo hacia en su sueño. Noches sin pegar un solo ojo, donde en su sueño huia, y llegaba a una habitación, donde su padre caia muerto y su sangre recoria el río, su asecino, aun desconocido, era maldito y como el lo era, asi estaba el pueblo, maldito para toda la eternidad. El rio Nilo estaba cubierto de sangre, sangre de mujer, sangre llena de pasión y de tristeza, donde el cadaver de la diosa Isis, la mas hermosa de todas, sobresalia del río, los gritos de los guardias y de las mujeres egipcias resonaban en el sueño, que terminaba en :"Malditos por Siempre..."
La princesa miró a su pueblo, trabajando en las piramides, embozó una sonrisa falsa y dijo con ironia:
-Pobre mi pueblo, en paz sin saber lo malditos que estan, los tiempos estan en su final, incluso los dioses moriran, y el rio de sangre comenzara a fluir por nuestro pueblo desgraciado. Pobre pueblo.

Akusanamon, la nueva predilecta de su padre, la mujer que aparecia en sus sueños con otro hombre, esa mujer que tan mal presagio le daba a la joven princesa. Mas de una vez la habia escuchado en conversaciones intimas con Imnothep, y mas de una vez tubo que guardarse el secreto para no herir a su amado padre ni a la unica que consideraba su mejor amiga, Naya.
Malos presagios nos aguardan, y nisiquiera Isis sera capaz de ayudarnos- dijo la princesa, con sus ojos en lagrimas.

La princesa llebo su mirada hacia el sacerdote y a la concubina de su padre. Como deseaba correr y decirle a su padre la verdad, si lo hacia los mataria a ambos, pero tambien mataria a su amiga, y ella no podia hacer eso. No podia, seria un castigo enorme, mejor era que ella sufriera, como un castigo, como un sacrificio, antes de ver a otros sufrir. La princesa se limpio las lagrimas y dio media vuelta, dandole la espalda a la traición.
Debo dejar de llorar, por que asi no se logra nada, de los impuros y cobardes RA se encargara-

-Exactamente Princesa, el peor de los castigos le llegara a los que produzcan traicion al pueblo de Egipto

Digo tambien dandome la vuelta, mirando el hermoso brazalte que Imothep me habia regalado en forma de agradecimiento por mi lealtad a su persona, escondiendo sus encuentros y escondiendo mis sentimientos para no quedar destrozada, a veces quisiera morir como la diosa Isis, en el gran rio Nilo pero amaba demasiado su vida como para ahcer eso, mejor sufrir en silencio y verlo que no verlo. La lluvia empezo a golpear el balcon de la habitacion

-Parece que tendremos una gran tormenta

La lluvia caia en todo el balcon, la princesa camino hacia la salida de la habitación.
-Hoy llegan la embarcación con los guerreros que estan vivos.- Los ojos de la princesa se iluminaron.

El rostro de un guerrero e venia a la mente a la joven de sus labios salio una sonrisa, y los sueños horribles que venian a su mente desaparecieron, en ese barco venia un joven, el joven Hadad, el joven guerrero. Naya le pregunto a la joven y esta e volteo y tomo por la mano a Naya y delicadamente la detuvo frente a la pared.
Jurame que no le diras a nadie dijo la chica.

La joven princesa al sentirse segura, miro a todos lados, ya no habia nadie. Sonrio un poco, era algo que guardaba con mucho reselo.
-Estoy enamorada del joven Hadad- Sabia muy bien que esa confecion podria causarle la muerte, pero no le importo.

La princesa esperaba la respuesta de su amiga, su mirada estaba perdida, solo queria ver al joven, correr a el y abrazarlo y decirle lo mucho que lo queria.
-Por supuesto- dijo la Princesa en tono afable. ¿Me acompañarias a recibirlos? pregunto con una amplia sonrisa en sus labios.

La Princesa, que habia olvidado los malos presagios y sus sueños, abrazo a la su amiga y sonrió felizmente.
Pues siendo asi, te vere luego, querida amiga.- la princesa se despido de su amiga y salio corriendo feliz hacia el area del rio.